El “Yo” que siempre inicia desde Otro. Breve esbozo de una filosofía de la alteridad.
- Por Mario Reyes
- 6 jun 2018
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El siglo XX ha sido un siglo de grandes cambios, de abandonos y de desencantos, mucho de lo que se creía como verdaderamente cierto ha dejado de serlo por vía de la crítica y de la revisión constante de los postulados sobre los que descansaba el pensamiento del hombre. Dos de las convicciones más grandes de Europa occidental han sido, por una parte, reconocer un lugar específico y único como fuente formal del surgimiento del pensar, a saber, Grecia como la cuna del pensamiento racional, lugar donde se acometió el legendario paso del “mito al logos”. Por otra parte, se encuentra la institución del “Yo” como acontecimiento que instaura al “Ego” como una instancia fiable para fundar nuestros conocimientos sobre el mundo, sobre nuestras relaciones e incluso sobre el gobierno de nuestros propios deseos. No obstante, el cambio de época y los violentos eventos ocurridos durante la primera mitad del siglo conminaron al pensamiento a replantear las acciones humanas fundadas para entonces en varios ideales de la razón, y en el omnipotente imperio de la subjetividad como un “Yo”.
Uno de los aportes más importantes para criticar y replantear el pensamiento de Occidente ha sido aquello que se ha denominado filosofía de la alteridad, misma que ha tenido como uno de sus mayores representantes al filósofo lituano-francés, Emmanuel Lévinas. Filósofo que replantea el pensamiento occidental a partir de la introducción del "Otro" como centro de su pensamiento. Pero ¿Quién es Lévinas y a qué se refiere con la palabra "Otro"? A continuación, nos damos a la tarea de realizar un breve esbozo sobre Lévinas y la filosofía de la alteridad.

La filosofía levinasiana hunde sus raíces en la vida misma de su autor. El primer rasgo por destacar es la condición judía de Emmanuel Lévinas, misma que cobra importancia, al ser ésta la base de su pensar, se puede incluso decir que no es un filósofo que es judío, sino un judío que es filósofo, con lo cual se hace énfasis en la importancia de la tradición judía en el pensamiento levinasiano.
Esta importancia de la tradición judía en la filosofía y obra de Lévinas, se encuentra en la tabla de soporte de su pensamiento sobre la alteridad. Su filosofía parte del libro sagrado de los judíos, la Torá, y del mandamiento principal que se establece en ella: Shema Israel, escucha Israel. Expresión hebraica que se encuentra tanto en el libro del Deuteronomio y que se ve complementada por la expresión contenida en el Levítico, y de la cual se pude afirmar que dice: amarás al señor tu Dios (Adonay) sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.
De este primer acercamiento, se puede vislumbrar la gran influencia judía en la filosofía de Lévinas. Amarás al señor tu Dios sobre todas las cosas (el Otro entendido como Dios, que será causa de otro escrito para un estudio más minucioso) y al prójimo como a ti mismo, de este último, el prójimo que es el otro, se trata de un prójimo que es un próximo, es decir, aquel que irrumpe ante uno, ante el Yo.
De aquí viene el método de estudio filosófico mejor conocido como fenomenología. Lévinas, para poder realizar el estudio sobre la alteridad, es decir sobre “el otro”, echa mano de la fenomenología de Edmund Husserl, la cual tiene como principio “Volver a las cosas mismas”, es decir, volver a estudiar los fenómenos en cuanto tal, para no interpretarlos desde ideas preconcebidas. Por esto, dice Lévinas, que lo primero que aparece ante el “Yo”, es el rostro del otro, puesto que posee una identidad y no es una cosa, ni algo impersonal, al “yo” se le aparece un rostro que no puede clasificar y que le exige responsabilidad, en ese sentido es que el encuentro con el otro es asimétrico. Yo no me desplazo hacia el otro, es el otro el que irrumpe en mí y me interpela.
De esta interpelación del otro hacia mí, el vínculo que ahora los une es la responsabilidad, el otro me pide que me haga responsable de él. En términos levinasianos, también se debe ser hospitalario; la hospitalidad es el acoger al otro que se me presenta como un “heme aquí”, como un primer contacto de tipo fenomenológico que se tiene con el rostro del otro. Rostro que trasciende al YO, rompe con él y lo hace salir al encuentro de la alteridad.

Estas vías de trascendencia hacia la alteridad: la ruptura con el “Yo”, la salida del solipsismo para iniciar desde el otro y no desde sí mismo, se dan a través del sufrimiento, de la muerte, del eros y de la filiación. Es a través del sufrimiento, donde Lévinas ocupa las figuras del huérfano, la viuda y el extranjero, mismas figuras que tienen que ver con su vida puesto que él sufrió la Segunda Guerra mundial y fue un extranjero; de tal manera que las propone como forma de acceder al otro, por medio de una suerte de empatía que se tiene hacia los que sufren. De estos que sufren, el extranjero tiene una especial relevancia, ya que el mismo Lévinas fue un extranjero, un lituano que llegó a Francia y tuvo que formar una nueva vida, donde ya no se encontraba en su patria.
Acerca de la muerte, indica Lévinas que esta nos lleva al encuentro con el otro, debido a que la muerte no la podemos experimentar en nosotros mismos, ya que es un acto, un fenómeno que siempre se da en relación con el otro, pues sólo tenemos noticia de la muerte de otro. Respecto del Eros y la filiación, Lévinas utiliza otras dos figuras para comprender al eros: el amado y la amada. Es el amado el que toma bajo su protección a la amada, sale de sí para cuidar y tomar bajo su responsabilidad a la amada, darle hospitalidad. En lo concerniente a la filiación, es a través de los hijos donde también se sale del “Yo” y se va al encuentro del otro, ya que el padre debe entrar en la cuenta que el hijo no es una extensión de sí, sino otro que le reclama responsabilidad.

Por último, y como aportación de su herencia judía, Lévinas hace una crítica a la filosofía occidental, debido a su centralización en el ser, en el “Yo” y su olvido por el otro. Dentro de esta crítica, se encuentra la opción por la “Escucha”. Aristóteles afirma, en su libro Alfa de la Metafísica, que el sentido más privilegiado del hombre es la vista, ya que a través de ella el individuo capta su realidad y la encierra en el “Yo” como subjetividad cognoscente; mientras que Lévinas dice que hay que privilegiar la escucha (Shema Israel: escucha Israel), ya que la escucha implica una actitud de salida de mí, para poder captar lo que dice el otro. Mientras con la vista aprehendo la realidad y la hago mía, con la escucha salgo de mí para tener presente al otro.
Cabe mencionar, como última acotación que, si bien Lévinas hace una crítica a la filosofía occidental, no significa, en modo alguno, un desprecio hacia la misma, sino una nueva forma de comprensión de la tradición filosófica es por ello que el pensamiento levinasiano se puede entender como un puente entre oriente y occidente, entre Atenas y Jerusalén, las dos fuentes de las cuales abreva el pensamiento occidental judeocristiano.
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