¿Qué es esa cosa llamada cultura?
- Por David Gámez.
- 31 may 2018
- 5 Min. de lectura
Se entiende comúnmente a la cultura como una serie de manifestaciones particulares que engloban las costumbres, las instituciones, las normas, la moral, lo religioso y lo político, entre otros muchos aspectos. Esta idea básica apunta hacia el hecho de que la cultura en sí misma es un fenómeno complejo y constituido por diferentes dimensiones que desembocan en la identidad de un colectivo o grupo social, a la vez que también contribuye a forjar la identidad de los individuos pertenecientes a este cuerpo social. No obstante, uno de los problemas principales para comprender la cultura en cuanto tal tiene que ver con este modo divulgado de entender el fenómeno cultural como un “todo complejo”, ya que puede llegar a reducirse a la cultura a este mero conjunto de expresiones materiales y espirituales que constituyen la vida de los pueblos.

Frente a esta visión reducida del fenómeno de la cultura, podemos proponer una idea más integral acerca de lo que puede entenderse por esta, partiendo de la revisión de sus concepciones clásicas, que bien podemos exponer sucintamente con el objetivo de acercarnos a una visión más completa de este fenómeno.
La idea humanista de la cultura.
Todavía hoy se divulga en muchos sectores “nice” o de “cuerpos de élite”, la idea de que la cultura se puede entender como cultivo del alma (del verbo colere = cultivar, hacer crecer), como una especie de quehacer interior e individual para alcanzar el estadio más “esencial” de lo humano, su aspecto más refinado y sus gustos más exquisitos. Estos sectores gustan de escindir lo culto de lo inculto, lo salvaje de lo civilizado, lo cool de lo naco, lo burgués de la prole. Un ejercicio binario que procede del hecho de entender a la cultura como una actividad alejada del estadio natural del hombre (Así tenemos, por ejemplo, programas históricos de formación de lo humano como la paideia griega y su ideal de hombre civilizado perteneciente a la ciudad, o la romanitas romana acerca de los hombres cosmopolitas pertenecientes a un imperio, pero también la idea de la paideia christi escolástica y su ideal de hombre como criatura de Dios, en este sentido también vale la bildüng neo-humanista en torno al hombre racional y moderno). Desde esta perspectiva clásica se llega a entender que nuestro estado de naturaleza responde siempre a un modo de ser rudimentario al que hay que pulir y sacarle brillo (cultivar), una concepción humanista de la cultura en la que el hombre intenta dejar atrás su condición primaria y natural.
La idea antropológica de cultura.

Desde otro punto de vista se ha comprendido a la cultura como el logro más importante del ser humano, partiendo del hecho de que el hombre y solo el hombre ha sido capaz de crear una esfera de productos muy específicos que proceden de su relación indisociable con la naturaleza, esto significa, que la cultura emana de la misma naturaleza evolutiva del hombre en cuanto ser vivo y mamífero, pero también en cuanto a su devenir como primate, homínido, y homo Sapiens. Desde esta perspectiva antropológica-evolutiva lo esencialmente humano se identifica con lo propiamente físico-biológico que es el hombre, puesto que producir cultura resulta ser el quehacer más determinante del ser del hombre. A lo que podría añadirse que, ya puesto en juego el fenómeno de la cultura en cuanto tal, este puede llegar a funcionar como un sistema generador de alta complejidad que va asignando rasgos, características y elementos funcionales para la configuración de las etnias y los pueblos. Desde esta perspectiva es como se llega a comprender que hay culturas, y no solo una cultura.
Cultura como producción de sentido

Ahora bien, desde los aportes contemporáneos de la disciplina lingüística y semiótica se ha venido abordando a la cultura como un sistema de lenguajes o como un conjunto de procesos significativos, que permiten al hombre leer e interpretar su entorno como mundo o como un fenómeno global lleno de sentido, debido a que desde su condición de animal simbólico, se hacen pasar todos los estímulos recibidos de su entorno por medio de un proceso de interpretación, que finalmente destina una serie de respuestas individuales a todo estímulo externo. Si nos damos cuenta, ya desde la misma experiencia de reconocer una vivencia interna y otra vivencia externa, el cuerpo del hombre está funcionando como vehículo de significación, esto porque el cuerpo es lo primariamente cultural y lo primeramente interpretado. Desde esta nueva perspectiva podemos comprender entonces que la cultura más que una serie de productos o aspectos definidos y terminados se trata mejor de un conjunto de acciones y operaciones que permiten producir sentido sobre las cosas y además sobre el propio ser del hombre en relación con un contexto determinado. Por otra parte, más allá de la idea de que la cultura implique un aspecto connatural y universal a todo hombre en cuanto a su condición biológica, consiste mejor en una forma específica de dar respuesta a su medio, requisitando por esto, algo que se da por sí mismo (“naturaleza”) y el ejercicio comprensivo del ser del hombre en cuanto interpretación y resignificación de ese entorno, que siempre se presenta como situación de mundo.
De esta manera, la producción de sentido que es la cultura implica así una serie de procesos que caracterizan no solo a una cultura en específico, sino al fenómeno de la cultura en sentido global, por ello, podríamos trazar un breve esquema que nos ayude a indicar aquellas producciones por medio de las cuales el hombre da sentido a su entorno. Así tenemos que:

Puede señalarse entonces, que el fenómeno de la cultura en cuanto proceso de significaciones podría incorporar cuatro categorías culturales que engloban los procesos de producción de sentido que el hombre realiza para construir y reconstruir el mundo empírico en el que se encuentra inserto.
El conocimiento, como la posibilidad de que el hombre cuente con una experiencia e interpretación de sí y de su entorno, por esto el conocimiento incorpora el mito, la ciencia y la historia.
La expresión, que responde a la salida de sí mismo hacía lo distintamente otro. Lo que implicaría el lenguaje, la técnica y el arte.
La relación, entendida como los vínculos directos e indirectos que establece cada hombre en su contacto con los otros, y que por esto incorpora el parentesco, la economía y la política.
Finalmente, la cosmovisión, en cuanto valoración de un todo de sentido dotado de una lógica propia y de una perspectiva determinada, que incorporaría entonces a la magia, la idolatría y la religión.
De esta manera, la cultura deja de ser entendida como meros productos culturales que comúnmente llegan a convertirse en mercancías, de acuerdo con la dinámica del consumismo de masas o siguiendo la miopía de los gobiernos regidos por la lógica de la empresa. Por esto, vale la pena enfatizar que la cultura más que estar constituida por productos terminados y destinados al consumo, se encuentra articulada por un sistema de procesos que una y otra vez contribuyen a determinar el sentido de la vida del hombre.
Comments