La era de la información y el robo millonario a bancos mexicanos.
- Por David Gámez.
- 17 may 2018
- 4 Min. de lectura
Nuestra vida post-industrial gira en torno a máquinas de tercer tipo, esto es, máquinas informáticas y ordenadores. Las de primer tipo corresponden a sociedades de soberanía que trabajaban en virtud de las palancas, las poleas y los relojes; mientras que las de segundo tipo corresponden a las sociedades modernas e industriales, en las que se introdujeron, para entonces, las máquinas energéticas.
Desde esta noticia sobre nuestra condición tecnológica contemporánea podemos hacer derivar así la importancia de la información como un valor fundamental de nuestra era; más que los átomos, los bits representan un mejor negocio, y sino preguntemos a Netflix sobre su triunfo frente a Blockbuster. Más que una llave o una barreta, hoy es más valiosa una contraseña, un NIP o una matrícula, pues para el robo o "transferencias no autorizadas" dentro de un sistema electrónico interbancario solo se necesita un acceso remoto y una ejecución técnica impecable que bien podríamos leer al modo de una sofisticada partitura.

El robo aproximado de 400 millones de pesos a cinco bancos mexicanos en las últimas semanas, ha puesto en jaque a los sistemas digitales con los que se realizan las transferencias electrónicas interbancarias, al grado de que Banxico (Banco de México) encargado de supervisar y regular el SPEI (Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios), aún está a la espera de un análisis forense que dé cuenta de manera detallada sobre lo que pasó en los últimos días, sin contar, por supuesto, las intermitencias sufridas por Citibanamex el pasado domingo 13 de mayo, en las cuales se registró una afectación masiva de usuarios en torno a fallas de pago de nómina, uso de tarjeta de débito y demora en transacciones financieras, no obstante, a decir de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) no existe relación alguna entre el caso SPEI y las intermitencias de Citibanamex. En algunos días quizá podamos encontrar información más precisa acerca de lo que ha ocurrido en torno al problema técnico de las bancas mexicanas, por ahora solo basta calcular las repercusiones que esto tiene a corto, mediano y largo plazo.
Link CNN en expansión: https://expansion.mx/economia/2018/05/14/esto-es-lo-que-sabemos-del-caso-spei-y-su-impacto-en-los-bancos-mexicanos
Link Forbes México: https://www.forbes.com.mx/roban-fondos-de-cinco-bancos-mediante-transferencias-no-autorizadas/
Link CNN en expansión: https://expansion.mx/tecnologia/2018/05/16/caso-spei-expone-deficiencias-en-ciberseguridad-financiera-de-mexico
Si somos capaces de percibir lo que esto significa para la dinámica de los sistemas financieros en México, tendremos la posibilidad de reconocer algunos factores de riesgo para el entorno digital que se va consolidando de manera paulatina en el país. Por una parte, habría que enfatizar la tan ya conocida vulnerabilidad de los sistemas informáticos que terminan rebasados por desarrollos tecnológicos de vanguardia, algo que revela la desigualdad entre sociedades de incipiente desarrollo informático y sociedades de la información con gran adelanto tecnológico en software, hardware y uso de dispositivos digitales. Por otra parte, como señala la UNESCO en su documento “hacia las sociedades del conocimiento” hace falta mucho fomento en torno a la educación en ciencia y tecnología, ya que, si bien las sociedades de la información se enfocan meramente al desarrollo tecnológico, habría que transitar hacia sociedades del conocimiento que implican dimensiones muchas vastas entre las que destacan el impacto social, ético y político del sistema tecno-científico, con el objetivo de hacer emerger sociedades mucho más críticas en torno a los procesos de generación, uso y distribución del conocimiento, permitiendo incluso, la incubación de nuevos tipos de resistencia basadas en la noción de información, como el fenómeno del “Hacktivismo” y de movimientos de gran impacto socio-político como Anonymous, WikiLeaks y Aristegui Noticias.

De esta manera, la era de la informática no solo ha revolucionado la forma de la economía y del quehacer de sus finanzas, sino que ha llegado a trastocar todas las dimensiones de nuestra vida cotidiana; dígase de aquellos procesos de producción automatizada y de los mecanismos cibernéticos de la industria en general, pero también de los modos en que se genera, se consume y se distribuye el entretenimiento, además de los recursos informáticos de que se hace uso para la educación, la administración y el desarrollo de la ciencia, y bajo este mismo ritmo, no olvidemos los modos en que nuestro ser y nuestra identidad transita ya hacia dimensiones de digitalización y contextos virtuales, tales como nuestro perfil en Facebook, Instagram y Snapchat, por decir lo menos, pero también sobre las matrículas digitales que se generan a través de nuestro consumo de servicios y del registro constante de nuestro acceso a módulos digitales: el acceso al trabajo por medio de una identificación digital, la firma electrónica, el envío de documentos y transferencias digitales desde nuestra dirección de IP (Internet Protocol), nuestras compras electrónicas, las videollamadas, etc. Todo ello, finalmente configura lo que cada uno de nosotros somos, en un mundo que cada vez es más digital.
Intuimos entonces que estamos frente a un cambio vertiginoso en nuestro modo de habérnoslas con las cosas, sin embargo, podríamos estar faltos de comprensión acerca de todo lo que ello verdaderamente implica. Por lo pronto, que nos sirva de utilidad el caso SPEI para reflexionar sobre nuestra condición tecnológica contemporánea y lo importante que es avistar el devenir digital de nuestra existencia, ya que es al interior de este horizonte sin precedentes, donde los bits (binary digit - unidad básica de información), la libertad y lo posiblemente humano, forjarán otra modalidad del ser del hombre para las décadas venideras.
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