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Alicia en el país de la metafísica

El croquet metafísico: un juego del lenguaje

- Sí – decía Alicia casi sin detenerse a pensarlo – quiero aprender a hacer metafísica.

- ¡Genialógico! Por fin tenemos una aprendiz en tanto tiempo – exclamaba la Liebre de Sartre.

- Entonces es tiempo de… – decía Martin Hatteger levantándose de la mesa cuando decidió guardar silencio de manera súbita.

- ¿Qué pasa? – cuestionaba Alicia mientras veía a Hategger y a la Liebre compungidos y cuchicheando algunas palabras entre ellos.

- Es que hace tiempo que el tiempo está enojado conmigo – expresaba Hattegger con cierto sigilo – cree que yo lo quise matar cuando dije que el tiempo cronometrado no era auténtico sino solo una abstracción.

- ¿y por qué creyó eso sr. Hattergger? – preguntó Alicia.

- Porque dije que el tiempo verdadero era solo lo que experimentamos como temporeidad, un tiempo que es más intuitivo y vivencial, no una especie de medida o magnitud como la del reloj.

- Ah por cierto, ahora que me lo recuerda también tengo que entregar esto – expresaba Alicia mientras les mostraba a ambos el reloj que sacaba de su bolsillo.

- ¡¡El reloj de tiempo!! – exclamaban a la par la Liebre y el sombrerero sumamente sorprendidos.

- ¿Cómo lo has conseguido? – preguntaba la Liebre con sus grandes ojos abiertos y sus pupilas enteramente dilatadas.

- Se le ha caído al Sr. conejo del Ser y debo entregárselo.

- ¿Has visto al conejo del ser? – preguntaba Hatterger con un tono de admiración.

- Si, lo ví mientras dormitaba sobre las piernas de mi hermana y lo comencé a seguir, por eso ahora estoy aquí.

- Ahora todo queda claro querida Alicia – decía la Liebre mientras le miraba con mucha ternura a los ojos.

- El ser te ha traído hacía nosotros – añadía Hattergger – has sido llamada por el ser para llevar a cabo la pregunta de todas las preguntas, el ser te ha temporizado.

- Eres la elegida de esta aventura metafísica – indico la Liebre de Sartre – tienes que vencer a tu propio dragón y atreverte a preguntar por el “ser” para que la Reina de la nada libere al conejo del “ser”, que ha sido apresado por su ejercito nihilista.

- ¿Quién es la Reina de la nada? Y, ¿Por qué ha apresado al Sr. conejo?

- Porque todo aquí o tiene “ser” o no lo tiene mi querida Alicia – expresaba Hattergger con gran angustia – si queremos que este mundo siga siendo, necesitamos enfrentarnos a la nada y su reinado, solo así las cosas de este mundo y de tu mundo podrán seguir siendo, la Reina de la nada tiene el poder para suspender las cosas y para dejar que todo pueda ser nuevamente, pero debes ser capaz de preguntar por el ser hasta quedarte sol@ con la nada.

- Hasta que la nada, nada sea – declaraba poéticamente la Liebre.

- Necesitas convertirte en una Superhumana para llevar a cabo esta gran tarea Alicia – le decía Hatergger mientras la tomaba de la mano y la colocaba “ahí”, justo en ninguna parte – ahora que eres un "ser-ahí" temporizado y abierto a la experiencia de la nada, debes decidir con tu libertad más propia si quieres suspender tu ser con la nada.

- Sí, elijo por mi propia cuenta enfrentarme a la Reina de la nada – exclamaba Alicia extasiada por el gran momento de su llamado.

 

No bastó ni un segundo después de haber expresado tales palabras cuando frente a los tres comensales conspiradores apareció lentamente una figura femenina de gran tamaño y de belleza inigualable, la luz radiante que se desprendía de su silueta desvaneció todo el lugar hasta convertirlo en un espacio blanco y sin fondo, no había ruido ni murmullos, nada de formas ni de pensamientos, solo la nada caminando con pequeños pasos hacia Alicia, suspendiendo todas y cada una de las manifestaciones de su ser, nada en absoluto era lo que pasaba, se trataba entonces de una nada nihilizante, de la Reina dominante y de su imperio inexorablemente avasallador.

 

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